Desmantelar el FBI
Cuando la paranoia política se instala como única y peligrosa respuesta al propio abuso de poder
El pasado viernes 29 de julio, a las 5 de la mañana, un sonido ensordecedor despertó a los vecinos de uno de los barrios más pobres en San Luis, Misuri. “Cualquiera que viva en la casa que salga con las manos en alto”, pronunció a través de un altavoz un agente del FBI. Dentro, Omali Yehitela, Presidente del Partido Socialista Popular Africano (APSP) en Estados Unidos, recordaba la hora en la que el revolucionario Fred Hampton fue asesinado un 4 de diciembre de 1969: las 4. Decidió oponer la menor resistencia posible.
“Habían roto una ventana abajo en el sótano de la casa. Habían entrado en la casa de al lado, en el apartamento de al lado. Habían derribado la puerta y había un gran alboroto afuera. Así que bajé las escaleras y cuando abrí la puerta, un dron entró y casi golpea a mi esposa en la cara. Cuando salgo, veo un vehículo blindado. Agentes del FBI vestidos de combate por todas partes que llevan armas automáticas. No solo estaban frente a la casa, estaban ocupando el porche y el patio de los vecinos de al lado”. Así describiría la escena horas más tarde el propio Yehitela, después de que los agentes les retiraran las esposas a él y a su mujer. “Finalmente les pregunté si podíamos irnos porque era ridículo lo que estaba pasando. Claramente no nos estaban arrestando y estaban armando un gran espectáculo en la comunidad”. Los federales se fueron dejando un estropicio. No sólo en su domicilio, también en el Centro de Solidaridad del Pueblo Africano de la misma localidad, una oficina del movimiento en St. Petersburg, Florida, y la estación de radio Black Power del APSP.
Según trascendió posteriormente, la actuación del FBI se había basado en una acusación del Departamento de Justicia contra un ciudadano ruso, Aleksandr Viktorovich Ionov, fundador de una organización sin fines de lucro llamada Movimiento Anti-Globalización de Rusia (AGMR), con sede en Moscú. Para la justicia estadounidense, Ionov habría intentado influir en grupos estadounidenses con el objetivo de interferir en la política nacional y, por lo tanto, en las elecciones. El motivo por el que Yehitela fue visto como un enemigo: un viaje que hizo a Moscú en el año 2015 para asistir a unas conferencias.
“Ningún ruso ha sido responsable de lo que los afroamericanos enfrentamos todos los días en nuestras vidas”. Estados Unidos “le está diciendo al mundo que los negros no tenemos suficiente sentido común para poder liderar nuestra propia lucha”, declararía el propio Yahitela en un vídeo. En él, el presidente del APSP proclamaba lo siguiente: “pretenden hacer creer que Rusia está atacando a este noble gobierno estadounidense en su proceso electoral a través del Partido Socialista Popular Africano. Es la acusación más ridícula, la afirmación más ridícula”. Yahitela pese al susto se permitió el lujo de bromear sobre haber recibido dinero de Moscú, algo que negó, asegurando que no se “opondría moralmente” a aceptar fondos de “cualquiera que quiera apoyarnos”.
El grave episodio no trascendió a la prensa internacional, pese a ser costumbre recoger cualquier mínimo abuso o incluso sospecha del mismo hacia la disidencia de determinados países. Sí apareció en el New York Times, con un texto envuelto del inicio hasta el final en la permanente sospecha. Nada nuevo. Una revisión rápida de la hemeroteca permite obtener ejemplos de cómo dicho diario sirvió de instrumento operativo en el clásico esquema empleado por la caza de brujas estadounidense a la hora de vincular a la URSS con cualquier movimiento revolucionario afroamericano. Ya en 1930, The New York Times publicó una información con el siguiente titular: “Se dice que el levantamiento de los negros del mundo es un objetivo soviético. Riga informa que se está realizando propaganda a gran escala en América y África”. Tal y como recuerda Black Agenda Report, publicación de la izquierda afroamericana estadounidense, “los activistas negros han denunciado durante mucho tiempo la retórica anticomunista del gobierno estadounidense, que se remonta a principios del siglo XX, señalando que esos llamados a acabar con los comunistas realmente se han traducido en intentos de desmantelar los movimientos de liberación negra y otros movimientos de liberación en los Estados Unidos”. El abogado y organizador Kamau Franklin declaró al respecto: “Esta es una operación de COINTELPRO. Una destinada a destruir las organizaciones negras”. De aquellos polvos, estos lodos.
Pocos días después de que el FBI sembrase el terror entre los miembros del APSP resucitando prácticas de neutralización de organizaciones revolucionarias y utilizando la prensa afín para achacar a una operación de propaganda de Rusia males endémicos del sistema estadounidense, la Coalición de Prisiones del Sur, un grupo de organizaciones civiles y de derechos humanos, presentaba un informe ante la ONU sobre las consecuencias devastadoras del encarcelamiento de la población afroamericana en Estados Unidos. Algunas de sus conclusiones eran las siguientes: los afroamericanos tienen hasta cinco veces más probabilidades de acabar en prisión en el lugar con más ciudadanos privados de libertad del planeta, ocho veces más posibilidades de estar confinados en solitario (una forma de tortura según Naciones Unidas), los sistemas penitenciarios operados por los estados del sur siguen representando el legado de la antigua esclavitud y el impacto que el encarcelamiento masivo ejerce en familias y comunidades afroamericanas es aún hoy día notable. Datos matando relatos de conspiraciones externas.
La actuación del FBI respecto al APSP no ha sido la única durante estos días. Los federales han ocupado titulares debido al registro sin precedentes de un ex presidente del país, Donald Trump. El pasado lunes, su residencia de Mar-a-Lago en Florida fue inspeccionada a fondo. El registro, según ha trascendido, estaba centrado en una investigación del Departamento de Justicia sobre el posible mal manejo de secretos gubernamentales, después de que el expresidente se llevara a su residencia varias cajas con documentos clasificados cuando dejó la Casa Blanca. “Son tiempos oscuros para nuestra nación”, declaró al respecto Trump, quien no dudó en calificar el operativo de “militarización del sistema de justicia y de un ataque por parte de los demócratas de la izquierda radical” de cara a su posible presentación nuevamente como candidato a la presidencia del país. Las quejas del ex presidente republicano encontraron eco en la derecha estadounidense. “República bananera”, “instrumentalización política sin precedentes del Departamento de Justicia”, uso del “sistema de justicia penal de forma antiamericana”, “escalada contra los opositores políticos del régimen”… numerosas figuras políticas republicanas entonaron a coro acusaciones y peticiones subidas de tono. No obstante, una de las más sorprendentes, sería la de “desfinanciar” o “abolir el FBI”. Sólo un día después, políticos de derecha ya estaban anunciando en internet la venta de camisetas con el lema.
A simple vista, cualquiera con un mínimo de conocimiento sobre a quién y cómo han servido históricamente los federales, aplastando movimientos de izquierda y revolucionarios, podría alegar enajenación política transitoria entre la derecha republicana estadounidense. Sin embargo, si hay algo en lo que la derecha no se equivoca es que el principal cometido del FBI siempre ha sido proteger al sistema ante cualquier intento de desestabilización. Que el universo Trump lo sea es más que patente, como quedó demostrado en la insurrección del Capitolio. La cuestión es si, al margen de lo que quien escribe o quien lea este artículo piense de él, los pasos que se están dando por parte del status quo son o no peligrosos. “No se trata de si te gusta Donald Trump. No se trata de si te gusta el movimiento Uhuru (otra forma de llamar al APSP), estas son las primeras fichas de dominó cayendo. Lo que tienes es a la administración Biden buscando cómo utilizar sus herramientas para eliminar a opositores políticos”, ha declarado Garland Nixon. Miembro de la Junta Nacional de Directores de la Unión Estadounidense de Libertades Civiles y pupilo de Paul Robeson Jr., Nixon pasó veinte años de su vida siendo oficial de policía antes de dedicarse al activismo y el periodismo. Si alguien sabe cómo funciona el estado y su aplicación represora de la ley es él.
“No me gusta Trump. Es neoliberal. Cuando llegue al poder, va a hacer sus recortes de impuestos para los ricos y para las corporaciones, pero es una figura que piensa por sí misma y no está de acuerdo con todo. Los neoconservadores en el poder no quieren obtener el 80% ni el 90%. Quieren un 114% y lo conseguirán por cualquier medio. Y este es el último medio”, resume Nixon, quien además relaciona lo sucedido a una especie de vendetta demócrata por no poder demostrar durante su presidencia, ni siquiera mediante una exhaustiva investigación del fiscal especial, la tan cacareada conspiración rusa de Trump. La Casa Blanca, sin embargo, niega haber sido avisada con antelación del allanamiento a la vivienda del ex presidente. Los capítulos sobre este asunto aún están por escribirse.
“No se puede encontrar un africano en este país ni en la mayor parte del mundo con apellido ruso. Tenemos los apellidos de los amos de esclavos y de los colonizadores dondequiera que nos veas. No fueron los rusos quienes nos esclavizaron”, dijo Yehitela en su defensa tras el registro del FBI. Apenas semana y media después, el secretario de estado presentaba la nueva estrategia de Estados Unidos para África en una visita a ese continente. De acuerdo con el documento, Defensa buscará fortalecer la cooperación para “exponer y resaltar los riesgos de las actividades negativas de China y Rusia”. Frente a Blinken, la ministra de relaciones internacionales de Sudáfrica declaraba lo siguiente: “Venís y buscáis enseñar a un país. ‘Mira, nosotros sabemos cómo funciona la democracia y venimos a deciros como hacerlo’. Creo que necesitamos pensar de otra manera”.
La continua escalada cercando las libertades de quienes no piensan como el gobierno de turno conducirá, sin duda, a un estado super-represor y super-agresor...
I realized Putin probably used Catalun nationalism to turn you... I guess that makes you a terrorist on both continents, agitating for violence against LE in the US and working against Madrid like a secessionist in your own country. Impressive!